Después de Los Alpes

Hace más de un mes de mi llegada y me pongo a recordarlo todo viendo fotos, videos y papeles del banco. Quiero hacer un resumen detallado para los que tengan en mente lo mismo que yo tenía cuando preparé este viaje, y para mi propio deleite cuando pasen algunos años.

Desde luego que se disfruta casi tanto con los preparativos que con el propio viaje; el "vestir" la moto de equipaje, la bolsa de mano, ropa de moto, mono de agua, guantes, los enganches a la moto, esas compras en la tienda de los chinos, objetos de poco valor que te pueden hacer mucha falta: la linterna de leds, navajilla, cuerda, cinchas, pulpo elástico...

Aquí cuento cómo se porta la moto, lo que me hizo falta con el paso de los días, lo que habría tirado por el camino, lo que hubiera estrellado con furia contra el suelo, cómo lo hize para no lavar apenas ropa durante 13 días a 40ªC... Y lo que me costó todo, punto por punto. Ahí voy.

La ruta inicial era en un principio un tanto megalómana para un viaje de esta duración, como suele pasar:

Ruta inicial: 5.087 kilómetros, 867 en ferry. Cuatro países. De cota cero, a 2.800 metros de altitud.
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Pero la realidad fué algo distinta: 5800kms.



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Jamás volveré a hacer un cálculo estrecho de kilómetros para el consumo, por arte de magia siempre son más, y con la gasolina más cara. 


Foto que le hice para enseñar la toma de mechero.
Foto hecha ahora mismo.













La resta me da como resultado 5.900, pero vete tú a saber cuánto habré hecho entre vueltas tontas, el recorrido excaléctrico de las carreterillas rurales de Florencia, el paseo por Roma... Pero bueno, el grueso seguro que está en mi habilidad para perderme sin sentido, literalmente.

De todos esos kilómetros, aproximadamente el 10% habrán sido fuera de autopista. Sí, ya sé que las quería evitar a toda costa, pero la aficción de italianos y franceses por las vías rápidas es enfermiza. Un cálculo previo me hacía ver que podía perder hasta el doble de tiempo para un mismo trayecto si lo hacía por secundarias, y cuando se tiene un plan medio marcado...

Y en ese planing estaba en un principio Venecia, pero me recomendaron los lugareños no visitarla en verano, por la cantidad ingente de turistas y la incomodidad de dejar la moto en tierra para subirme a un vaporetto, y como yo sin mi moto no me muevo, pues dejaremos Venecia para el viaje con el Inserso. Además, quería un viaje a sitios poco concurridos, la montaña fuera de temporada de ski...

El consumo:

La soporífera autovía, más la euforia propia del que se escapa, unido todo a mi matrícula estranjera, me hicieron llevar una media algo alta, no mucho. Sólo para que me entendáis los que quiero que me entiendan, mantuve cruceros de velocidad equivalente en km/h al tamaño de rueda trasera de la 900.

Así que os podéis imaginar, antes de llegar a la subida de Los Alpes, la moto venía gastando unos 7,5 litros cada 100kms. Llegando a 8,3 en la subida a Bolzano (autovía en ascenso), con algo de atascos en Trento.

Subiendo el Paso del Stelvio se redujo hasta 6,1. No está mal, pensando en las fuertes pendientes y el escaso oxígeno. El descenso del macizo y el Passo Spluga fueron más bien libianos, repostando tan sólo 9,5 litros tras 200kms.

Está claro que esta máquina dispara exageradamente su consumo con las altas revoluciones, ese aspecto hay que tenerlo en consideración, puesto que merece la pena bajar 1.000rpm antes de arruinarse o incluso quedarse sin moto, como explicaré después.

El consumo de aceite ha sido exacerbado, fulgurante, despiadado. Llevaba en un bote unos 600cc (iluso de mí), compré dos litros más por el camino, y ha podido con 1,5l de ellos. Es decir, 2,1 litros en 5.800kms.

Fiabilidad:

Ni un sólo ruido. Ni una queja, estaba entretenida en trajar aceite e ir tirándolo por las juntas del bloque y de las camisas.



Llegué a preocuparme, pero después he estado mirando bien y creo que no he quemado ninguna junta, ¿qué opináis?

La parte eléctrica, a pesar de los toqueteos para la instalación de la toma de mechero, ha respondido a la perfección. Mi GPS tirando de batería, junto con mis puños calefactables a todo trapo en un paso alpino (hacía falta, eh), con las luces y los cuatro intermitentes en alguna curva, haciendo fotos. Sin desfallecer.
Por mi mala cabeza, me dejé en dos ocasiones el contacto encendido, pero tras arrancarla a empujones (sin cuesta, añado) recargó perfectamente, sin secuelas. No me creo todavía que la batería me costara 25 euros hace cuatro años.

El amortiguador trasero, otro aspecto que me tenía preocupado. Sólo al principio, por que no ha podido responder mejor. A su máximo de dureza, el tren trasero ha estado firme es autopista y en secundarias bacheadas. Un lujo.
No tanto así el delantero, que con las consabidas sacudidas de manillar, me lo tenía que pensar bastante a la hora de bajarme la mentonera del casco. Es un punto bastante negativo, este. Es lo único que a mi juicio ensobrece las cualidades ruteras modestas de la Diversion.

El desgaste:

Contando con que salí con una moto in preparar en sus consumibles, para qué nos vamos a engañar. Mis ruedas tenían 12.000kms, y mi cadena 26.000. En muy buen estado, eso sí, yo cuido la conducción todo lo que puedo, en aceleración y reducciones, pero es verdad que la autovía destroza el neumático trasero, mira:






Da la sensación de que está más desgastade por la parte derecha, pero debe ser un efecto de la foto. Ya sí puedo decir que las Pirelli Sport Demon son una joya, después de 18.000, con 6.000 de ellos en autovía-lijadora, no está nada mal, no.

Bueno, tampoco es que me haya preocupado mucho de limpiar el patio, que digamos...

Esto en plena ruta, en Suiza. La banda de rodadura más amplia que he usado nunca. Obviamente, no soy un carreritas.



La cadena. La cadena sale airosa del asunto. Para cambiar, pero airosa. Vamos a ver: antes y después.



Ahí tenéis en el centro un eslabón gripado. Pensé en tensarla y que sea lo que Dios quiera, pero la cambiaré junto con la rueda trasera en cuanto comiencen las lluvias.

Los frenos siguen igual que estaban, y la moto sigue arrancando y desarrollando marchas como el primer día, desde que yo la tengo. Todo ello, ya digo, tras un palizón de temperatura y kilómetros que no sé yo si lo aguanta cualquier máquina de las que hacen ahora.

Para usar y para tirar:

Me doy cuenta de lo idiota que he sido llevando el top case ocupado con el equipo de camping. Finalmente, sólo lo usé durante una noche. La zona de los alpes en verano está de temporada baja, aunque hay bastante movimiento, los negocios de hostelería bajan sus precios considerablemente, en los campings te encuentras alojamiento de bungalows asequibles, y los hoteles de los pueblos alpinos se te rifan. Lo dicho, el equipo de camping para lugares turisticos, un error.

Claro está que llevando todo el equipamiento en un viaje a la deriva como este, estás tranquilo de no tener que dormir a la intemperie en caso de no encontrar nada, pero la verdad es que sí se encuentra.

La bolsa sobre manillar. Es unos de los peores inventos que introduje. Aparte de taparte la mitad de los relojes, es incómoda de colocar y quitar, cubre totalmente el contacto y está hecha con un plástico de mala calidad, poco maleable... Para llevar el GPS lo mejor es una caja estanca, o un soporte fijo encima de los relojes, no sé. Tendremos que experimentar más sobre el asunto GPS.

Y hablando de GPS, no hay peor aparato que el Navman, en mi caso el S50. Ya pasando por alto el menú para usuarios tontos, y para rutas tontas también, sin posibilidad de marcar el punto de destino por coordenadas, ni reconocer puntos intermedios de ruta, y de contar sólo con una base de datos que parece las páginas amarillas, es decir, gasolinera que no pague a Navman, no aparece.... Pasando por alto todo eso, una vez que veo que en el listado de países están Italia y Francia, resulta que no. Sólo aparecen las vías principales (autopistas de peaje que cruzan el país). Para lo demás; "dame 50 euros por favor"
Horrible.
Traicionero.
Engañabobos.
No me estraña que Google esté desarrollando su software de navegación para Android, y que tenga a las empresas del sector acojonadas.

Finalmente en las gasolineras me compraba una guía de cada una de las zonas que visitaba, y usaba el aparato para calcular tiempos en autopista, y como brújula (que tampoco andubía muy fina, la madre que los parió) Porque soy sereno y recapacito de vez en cuando, pero ganas no me faltaron para detenerme en la cuneta y machacar el Navman contra el suelo.

La  bolsa sobre depósito que me prestó gentilmente mi amigo Juanito es uno de los mayores aciertos. La llevo en el asiento del acompañante anclada y asegurada con un pulpo elástico, y al bajarme siempre va conmigo a modo de mochila. dentro llevo todo lo necesario para identificarme a mí y a la moto, pagar, ducharme, cambiarme de limpio y comer algo, además del ordenador portátil. Una bolsa práctica, cómoda y muy chula, la verdad, con su portamapas.

La ropa: con la moto, mi chaqueta multiusos, con su forro para las alturas, y pantalón de invierno y de verano, con un sólo juego de protecciones para ir intercambiándolo.
Llevé unas 5 camisetas viejas, de esas que no sirven ni para limpiar cristales, para sudarlas debajo de la chaqueta y tirarlas en cada cambio. Para rellenar su vacío, me ajecié en cada lugar la clásica camiseta turística a más no poder, de esas de "I Love Roma", que hay que tener saber estar en los sitios.

Cometí el error de no llevar pantalones cortos. Tuve que comprarme unos por el camino, bueno...

Para el calzado, unas zapatillas deportivas negras, que bien pueden colar, si no te fijas, con unos pantalones chinos. Y unas bambas de goma, ultrafinas, para el camping o para estar cómodo en el hotel.
Y mis botas de moto guerreras, por supuesto.

De los detalles que más agradecí, fue mi "mariconera" sobredepósito pequeña, de 10 euros, que siempre llevo a todos lados, y en la que meto las gafas de sol, dinero, tarjetas y mi cámara de fotos, desenfundable al instante en una parada en el arcén sin bajarme de la moto.

Por lo demás; mis complementos de abrigo de moto, el mono de agua (no me cayó ni una sóla gota hasta llegar a Granada, manda cojones), kleenex, toallitas húmedas, toallitas limpia gafas, una linterna de leds, navaja mutiusos, mecheros varios, una lata redonda llena de cigarrillos (esto no es indispensable), mi toalla de microfibras, una bobina pequeña de cuerda, chicles, un minibotiquin portátil, un juego de llaves de repuesto y un billete de 20 euros con un par de números de teléfono anotados, escondido en la moto.

El dinero.

Te lo cuento rápido para no amagarme mucho.

Ferry: 102,5
Gasolina: 541,72
Comida: sólo 9 días fuera: 146,50
Alojamiento: sólo 5 días fuera: 152
Peajes: 26,4
Varios: 50

Total: 1.019,12€

Un poquito pasado de lo planeado, pero me lo esperaba.

Sólo unos comentarios significativos.

El ferry es de trayeco con moto y camarote de interior, de lujo. La verdad, es como ir en hotel pero en translado, para ir sin prisas.

Por estar es casa de Chiara cuatro días y en casa de Nacho y Susana uno, el alojamiento y la comida se ven bastante reducidos.

En Italia fuí casi siempre por peaje, pero el carril de telepass tiene pintado una moto en el suelo, y su barrera está recortada, por lo que, tras pagar tres peajes (siempre en metálico para turistas) decidí hacer un poco el gitanillo y pasar por ese carril preparado para alegar lo del dibujito en el suelo si me paraban. Ya lo sé, ya...
El Francia, las motos pagan menos, un puntito para ellos.
En España, solo el trayecto Barcelona-Granada te cuesta 40 euros. Para que aprendamos.

Y en "Varios" hay que meter las camisetas y los pantalonesde turista, la monedita de la fonana...

Y merece la pena, señores.














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